A principios de este año comencé
uno de mis más ambiciosos proyectos: la torre inclinada de pizza. Si, como lo
leéis: una torre que llegó a alcanzar la considerable altura de 12 cajas de
pizza. Teniendo en cuenta que vivo solo y que la construcción duró tan solo un
par de semanas, podemos decir que sin duda me esforcé bastante.
En mi
defensa debo decir que a mí las situaciones de estrés desde siempre me han dado
unas ganas locas de comer porquerías, y la verdad es que la época lo requería.
Me di cuenta de que quizá estaba abusando demasiado de las pizzas cuando me
miré en un espejo y no vi a un zorro, si no a un hámster con los mofletes
llenos de pipas.
En aquella época, un amigo, ese
AMIGO en mayúsculas, se preocupaba bastante por mí:
-Holden, tío, tienes que salir de
casa. ¿No te gustaría salir por ahí a conocer mujeres?
-Odio a las mujeres.
-No te lo crees ni tú.
-Os odio a las mujeres y a ti.
-Vamos, te voy a sacar a por
cerveza.
-¿Puedo ir en pijama?
-...
-No sin mi pijama.
Lo cierto es que tras una relación bastante duradera admito que tenía muy pocas ganas de relacionarme con
el sexo femenino, aunque tampoco con el masculino ya que nos ponemos. Pero
pasada la barrera de esos primeros meses más durillos iba quedando claro que
poco a poco volvía a tener ganas satisfacer mis deseos más primitivos y
carnales.
Como era obvio, no se hizo
esperar demasiado que alguien tratara de meterme en el sórdido mundillo de las
apps para ligar que parecen dominar los móviles hoy en día -no finjáis que no
sabéis de lo que hablo, que os estoy viendo- y ese infeliz intento me dio la
oportunidad de usar una de mis expresiones preferidas:
-Oye Holden, ¿y si te instalas
del Badoo o una de esas apps?
-Y una p**** como u** c**** del***.- Esta expresión es tan rotunda y contundente que tengo que censurarla,
claro, no sea que luego alguien vaya por ahí repitiéndola y sus padres le echen
de casa, le deje su novia, su jefe le degrade y su perro le retire la palabra
por mi culpa. Entrad en el link bajo vuestra propia responsabilidad.
Entonces mi amigo, ese AMIGO en
mayúsculas, tuvo una feliz idea. Encontró trasteando por la red unas quedadas
para intercambiar idiomas. Si, sé que suena raro, pero en cuanto me lo comentó
me dieron muchas ganas de ir y ver qué tal. Yo creo que era esa emoción por las primeras veces la que me embriagaba y me hacía desear ir a ver qué tal.
La cosa -por explicarlo
brevemente- consiste en una quedada en algún sitio en el que se reúnen turistas
de paso y aborígenes propios de la península ibérica para hablar en inglés y
conocerse entre juegos bastante divertidos y ese maravilloso lubricante social
que son las ganas de pasarlo bien. En nuestro caso decidimos acudir a un encuentro para hablar inglés
organizado por Callanschool,
por si le he picado la curiosidad a alguien.
Creo que puedo garantizar al 90%
que muchos turistas acuden con la premisa de 'lo que ocurra en España se queda
en España', y que el 90% de los aborígenes acudimos con la idea de que 'a ver
si vienen guiris con ganas de soltarse la melena'. Sea como sea, el caso es que
me lo pasé bien y conocí a gente la mar de interesante.
-Holden, ¿qué te pasa que solo
hablas con esas chinas?
-Que se llaman Eva y María.
-¿Y?
-2 chinas. Juntas. En España. Que
no hablan castellano. Y que dicen que se llaman Eva y María.
-¿Y?
-Que a mí me habrá dejado la
novia, pero que tú te acabas de caer de un guindo. From a cherry tree, ¿te
enteras?
En lo que va de año he ido a 3 de
esos 'Languaje exchange', por si alguien quiere saberlo, y creo que voy a
seguir yendo. Nunca -en mis veintitantos añitos de vida- había encontrado unos
eventos en los que fuera tan fácil conocer a gente, al menos para hablar. Os lo
digo en serio, a poco que os apetezca conocer gente, estos intercambios son de
lo mejor que hay.