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¿Cómo que alguien se ha bebido mi última cerveza? |
Siempre he dicho que el
estado debería pagarme simplemente por estar vivo. En serio, creo que me lo
merezco 'per se'. No hay más que
verme: disfruto tanto de mi vida y me gusto tantísimo a mí mismo, que resulto
envidiable a la par que un ejemplo a seguir. Y es una pena que siendo una
persona dedicada a exprimir cada minuto de su vida tenga que malgastar el
escaso tiempo que me proporciona mi envoltorio terrenal en tener que ir a
trabajar.
Deberían darme una manutención, o algo. En mi cabeza lo veo
como lo contrario a una pensión de minusvalía:
un premio por existir. Suena
bien, ¿no? El caso es que a falta de escribir al presidente del Gobierno y
plantearle el asunto, tengo que madrugar como todo hijo de vecino, y claro,
alguien como yo ni siquiera tiene la capacidad de permitir que algo tan mundano
como
ganarse un salario se convierta en
un obstáculo a la hora de disfrutar de la vida.
Pues bien, por aquello de poder disfrutar de mi tiempo libre
al máximo procuro aprovechar esos
ratillos ociosos que todos tenemos en el curro para hacer las tareas pendientes
que de otro modo tendría que hacer al terminar de trabajar. Y por aquello
de que tengo más rostro que espalda procuro alargar esos ratillos ociosos bastante
más de lo necesario, pero ese es otro asunto.
Una de esas cosas que hago
en el trabajo es cortarme el
pelo: todos habéis visto a la Teniente O'Neill (y otros muchos ejemplos)
rapándose la cabeza a sí misma como muestra de su fortaleza e independencia. Yo también
lo hago, pero por ahorrarme unos euros en la peluquería. Cada cual tiene sus motivos.
Naturalmente, me corto el pelo y disfruto de ello. Ya os lo he dicho: es algo
inherente en mi.
Y es que, no me limito a pasarme la maquinilla, no. Lo que
yo hago roza lo artístico: crestas, letras, estrellas y demás chorradas que se
os ocurran son dibujadas con esmero en
el lienzo que supone mi cabeza con pelo mientras me rapo. Y hago fotos, claro:
así disfruto yo y disfrutan otros. Al terminar mi obra (y tras fotografiarla
como Diox manda) me rapo al 0, que es mi estado natural.
Total, que el otro día me hice el peinado que podéis
admirar
ver en la imagen que encabeza el post. Sabéis que soy contrario a poner fotos
mías en ninguna parte (de hecho, esta es la primera que cuelgo
en 8 años de blog) sin embargo
esta foto se ha convertido
en LA FOTO. En mayúsculas, así de importante es.
Retrocedamos unos párrafos para llamar la atención sobre una
detalle sin importancia: en el trabajo, durante el horario laboral mis compañeros ven que entro al baño y
salgo con la cabeza recién rapada. Al principio nadie comentaba nada, pero claro
al final alguien tuvo que señalarme con discreción que no recordaba que llevase el pelo tan corto esa mañana al empezar a
trabajar. Rápidamente y sin dilación tuve que confirmarle que en efecto, cuando entré a trabajar tenía el
pelo más largo, no fuese el pobre a ir al psicólogo o al oculista por mi
culpa.
Es lo que tiene ser el raro de la empresa: nadie me dice
nada. Campo por allí a mis anchas haciendo y deshaciendo lo que me da la gana y
saliéndome con la mía siempre. Como quizá hayáis podido suponer, algún imbécil compañero de trabajo se
pudo haber molestado al ver que aparente a mi me pagan por trabajar menos
que él y dedicarme a cortar el pelo mientras me están pagando por trabajar.
Esto fue atajado rápidamente por un
"el jefe lo sabe y dice que no le importa mientras deje el baño
limpio al terminar", cosa que hago.
Lo que no era tan cierto (en aquel
momento) es que el jefe lo supiera, pero nadie se molestó en ir a chivarse. Una
de las cosas buenas que tiene ser el raro de la empresa es que no sabes si sólo
se dedica a cortarse el pelo en el baño, o si también se dedica a afilar
cuchillos cuando nadie le mira.
Volvemos a la historia. Total, que salgo del baño con la
cabeza rapada (unos 20 minutos, lavado de cabeza posterior incluido) y le
enseño la foto a un amigo del curro mientras le digo que 2 minutos antes estaba
así. Enorme es mi sorpresa cuando empieza a explicarme todo exaltado
lo bien que me queda, lo mucho que le
mola y que por favor la próxima vez me lo deje así.
Lloró, me besó y me mordió de alegría: creí que se corría.
Me pongo la foto de perfil de guasap. 1 hora después cinco
personas con las que no me hablo mucho han iniciado conversación conmigo para
decirme lo mucho que les mola mi nuevo look. Stalkers, stalkers del guasap everywhere. La foto es subida a Facebook volviéndose viral. 20 likes en unos
minutos. Beckham me agrega al caralibro y me pide que le haga ese corte de pelo.
Calvin Klein me ofrece millones por convertirme en su nuevo modelo de ropa interior.
Mariano Rajoy me suplica a la desesperada que me convierta en la nueva imagen
de su partido para la semana que viene. Prada me ofrece un desfile de modelos
en Milán conmigo como cabeza de pasarela.
Puede que algunas cosas no sean del todo precisas (en el sentido
literal de la palabra) ni del todo ciertas (según los más extremistas
filólogos) pero sí que es verdad que la foto causó revuelo entre mis amigos y
familiares. Total, que me he comprometido a dejármelo así la próxima vez que me
corte el pelo. Ya veremos qué opinan mis compañeros del trabajo cuando me van
salir así del baño la semana que viene, pero lo que realmente me importa es:
¿qué os parece a vosotros?
Por si os lo estáis preguntando: mi jefe ya sabe que me corto el pelo en el curro y no le importa.
Un día entró en el baño y me encontró sin camiseta y con la cabeza al medio
rapar, estaba claro que eso tenía que suceder tarde o temprano. Todo lo que me
dijo fue: ¿De verdad te cortas el pelo tú solito? Joder, pues tiene mérito.
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