A mí me encantan las tortitas con nata y chocolate. No
entiendo cómo es posible que todo el mundo no sea un apasionado de las tortitas
con nata y chocolate como yo. Sin embargo, como se que -por alguna razón
incomprensible- los peces prefieren los gusanos a mi postre preferido, si yo
fuera de pesca en el anzuelo no pondría deliciosas tortitas si no repugnantes gusanos.
Por eso mismo en este anzuelo que es mi blog debería poneros
algo que os guste a todos -las metafóricas tortitas- sin embargo, como el blog
es mío y me lo follo cuando quiera, hoy me apetece hablar del que posiblemente
sea el cruce de piernas más famoso del mundo. Sí, señoras y señores, hoy os
traigo un pequeño análisis que he hecho sobre una de las escenas más famosas
del cine: el cruce de piernas de Sharon Stone en 'Instinto básico'.
Y para empezar quiero llamar la atención sobre una Sharon Stone que está excepcional en esta parte de la película en concreto. En unos
pocos minutos consigue hace una exhibición enorme tanto del arte de la
seducción y el erotismo como de psicología, que merece la pena llamar la
atención sobre ella: no es raro que después de esto su carrera despegase como
un cohete a la luna.
La escena, joder, la escena roza la perfección. Analicemos ya no el vídeo si no el fotograma que he escogido: se trata de una rara lección magistral de interpretación y fotografía con la que nos regalan a los espectadores toda una montaña rusa de sensaciones.
La escena, joder, la escena roza la perfección. Analicemos ya no el vídeo si no el fotograma que he escogido: se trata de una rara lección magistral de interpretación y fotografía con la que nos regalan a los espectadores toda una montaña rusa de sensaciones.
¿Qué evoca Sharon Stone aquí? Evoca sensualidad, sí, pero
también su lenguaje corporal nos dice que es una persona cargada de confianza
en sí misma a través de la postura. El cruce de piernas -milimétrico- que no
enseña nada es sexy pero la expresión de la actriz nos dice: 'no soy una mujer fácil,
soy una mujer fuerte con carácter'.
El vestido es provocador pero en realidad no enseñaría nada
(cuando se va a sentar se ve claramente que la falda le llega casi a las
rodillas) de no ser por la postura tan perfectamente escogida, lo que delata
que es una mujer inteligente que no deja nada al azar y que tiene la situación
perfectamente calculada.
Y es que el propio cruce de piernas consigue ser sexy y
sensual sin dar una impresión sexual ni chabacana. Joder, apuesto a que se pasó
horas practicando ese cruce mientras se miraba en un espejo. No por nada se ha
convertido en el cruce de piernas más famoso de la gran pantalla.
La mirada -cogida por sí misma- es clara, es honesta y expresa
confianza, dominio y diversión, y sin embargo toda la escena en conjunto nos
produce una sensación de vértigo en la que el espectador no termina de
descifrar las verdaderas intenciones del personaje.
¿Y todo esto para qué? Para enseñarnos que la mujer -aparentemente
frágil y en situación de inferioridad -encerrada en una sala de interrogatorios
con varios policías es en realidad la persona que tiene la sartén por el mango.
Que ella no se va a dejar dominar y que no tiene nada que ocultar.
He intentado contagiaros -seguro que se me nota- del
entusiasmo que siento cuando consigo apreciar un trabajo tan bien hecho en el cine. Y no es para menos:
en mi opinión esta escena es una maravilla que merece la pena admirar de vez en
cuando para darse cuenta de la enorme cantidad de trabajo que puede haber
invertido en apenas unos pocos segundos de metraje. Al menos cuando se quiere
dar calidad a la obra, claro.
¿Qué por qué esta entrada se llama 'la escena más pausada de
la historia del cine? Debería ser obvio, ¿no? Seguro que tú, mi audaz lector,
ya te habrás imaginado por qué esta escena tiene fama de ser la mayor causante
de la historia del desgaste del botón de pause. ¿O no?