martes, 21 de junio de 2011


Aparentemente.

jueves, 9 de junio de 2011

Voy a empezar un hilo de posts acerca del complot que las cajas registradoras parecen haber tramado contra mí. Y digo hilo de posts, porque pienso escribir todas y cada una de las veces en las que me pongo en la cola más corta y termino intentando decidir si marcharme sin pagar, o ponerle el cesto de la compra a modo de sombrero a alguien.

De verdad lo digo, parece haber algún tipo de conspiración cósmica contra mí, porque me ponga en la cola que me ponga de cualquier supermercado, SIEMPRE sucede algo para que automáticamente se convierta en la cola más larga.

Pongo el ejemplo de hoy: cola del Carrefour, a las 21.15. Un hambriento señor (yo) se pone en una caja con una sola persona, para adquirir una pizza con la que paliar su inanición. Y como no podía ser de otra manera, el cajero se equivoca al pulsar una tecla y la máquina hace un ruido que quiere decir: “¿Tenías prisa? Pues te jodes”.

Aparece una compañera del cajero, e intenta ayudarle. No sólo no arreglan la caja, sino que además esta comienza a emitir estertores de muerte y gruñidos. Llaman al encargado, que aparentemente tiene cosas mejores que hacer y tarda 5 minutos en aparecer. Con mimos y amor sosiega tanto a la máquina como al cajero, que con los nervios ha perdido la facultad de hablar. Tras 10 emocionantes minutos, consigo pagar por fin e irme a casa murmurando por lo bajini.

Y esto me pasa siempre. Repito: siempre. Es indignante, y da que pensar. Ya expondré mis reflexiones en otra ocasión.